"C.C.C.eando"

Hoy fuimos a ver el lugar escogido para realizar la reunión en Noviembre. La verdad, el lugar está muy bonito. Tiene bastante zona verde, una cancha de fútbol, una de basket y una de volleyball. Un salón amplio para reuniones y varias casetas individuales para hacer parrilladas.
Llegamos y nos recibió un poco de lluvia. Mi profesor de arqueología habría dicho que los espíritus de la naturaleza estaban bendiciendo la visita, pero eso habría sido él. Yo creo que el cielo nos estaba tratando de despertar porque Isaac andaba con sueño (y por consiguiente, con la respectiva chicha), Erick con pereza y yo con calor. Chico, Adriana, Sara, Robert y Alonso no pudieron ir por asuntos laborales. En fin, aprobamos el lugar y nos fuimos a almorzar.
Ya les enviamos la circular con la información de la cuota y todos los demás detalles. Ahora sólo esperamos sus respuestas prontas para dejar en fijo la fecha y el lugar.
De vuelta a Heredia, Isaac y yo pasamos a buscar a Fabiola donde su mamá, con la suerte de encontrarla a ella ahí chineando a su recién nacido bebé (tiene dos meses de edad) que es una belleza. Ella era una de las tres personas que nos faltaban de contactar de San Pedro (sólo faltan John y Adolfo, porque Jennifer apareció ya el fin de semana pasado).
Y hablando de bebés, aprovechamos para felicitar a los compañeros (as) que se han convertido en padres (o están repitiendo) recientemente. A saber: Fabiola, Tania, Ana María, Vernor, Federico y Mauricio Girón. Si algún otro está estrenando título de papá y se nos escapó, por favor nos avisan que igual lo felicitamos.

¡Que estén bien! Y esperamos noticias suyas pronto.

El martes vamos a ir a ver el lugar escogido para la actividad. A eso del mediodía, para aprovechar y almorzar por ahí. Los que quieran y puedan ir son bienvenidos, sólo mándennos un e-mail para coordinar.

25-05-2005. Hoy, después de no sé cuántos años, volví al Tec. Sabiendo hacia dónde iba, la sensación que me invadió cuando entré a Cartago no la puedo precisar. Fue una mezcla entre emoción, alegría y nostalgia. Esta ciudad fue mi hogar durante dos años y medio de mi vida. Veintiocho meses que se ubican entre los Top100 de mi existencia.
Recorrí las calles conduciendo, orientándome hacia mi destino con miedo de perderme por la ausencia prolongada, pero mi carro se comportó como un caballo viejo que, por saber el camino a casa, no necesita dirección.
Las calles previas a la entrada del Tec las encontré súper pobladas, pues en aquellos tiempos todo era lotes baldíos llenos de montazal y alcantarillas destapadas. En una de esas últimas, por cierto, quedó medio metido un compañero del C.C.C. (cuya identidad me reservo por razones obvias) por un desliz de concentración en el camino de regreso de un baile en el Tec. Lo siento pero no pude evitar reírme al pasar por ahí, recordando el incidente.
El Tec es básicamente el mismo. Los mismos edificios (uno que otro nuevo). La misma soda. El mismo Toño con su carrito lleno de golosinas, unos panes deliciosos (a pesar de que llegué tarde, cuando los de canela ya se habían acabado, me comí uno de queso que estaba riquísimo) y una excelente memoria pues (aunque yo no lo podía creer) se acordó de mí. Lo único que hallé diferente fue la ubicación de algunas de las escuelas.
Como llegué temprano para mi clase (que empezaba a las 4pm) me apuré a preguntar por el CCC para ir a ver a Don Juan Meneses y cumplir con una tarea que se me asignó en la reunión pasada. Me dijeron que tenía que ir hasta el último edificio, del lado del parqueo. Entonces empecé a caminar hacia “Caballo Blanco”. De ida me topé a un grupo de pollillos vestidos de celeste y azul, ostentando el escudete del CCC en la bolsa de la camisa. -¡Chicos!- les dije -¿dónde encuentro a Meneses?
-Siga hasta abajo- me contestó uno de ellos.
-¡Gracias!- le contesté con una sonrisa, mientras veía en sus caras las caras de mis compañeros y la mía propia, hace dieciséis años.
Caminando, aspiraba profundo ese aire rico y frío de la vieja metrópoli, aunque con un poco de prisa pues tenía que desandar el camino para llegar a tiempo a mi lección. Caminé más de la cuenta (por no preguntar) y me tuve que devolver. Encontré la oficina del director, pero no a él. Su secretaria me dijo que, por lo general, los miércoles siempre está por ahí pero que éste lo había tenido muy ocupado. Mala suerte. Ni modo, lo intentaré la próxima semana.
Me tocó casi correr de vuelta hacia arriba. Ya se me había olvidado el trajín de la caminata de regreso. Acabé agitada y sudando por culpa de la carrera, la pendiente (no tan grande pero sí constante), los añitos (pocos) de diferencia entre aquella época y ésta, y el agravante de los tacones número tres.
De vuelta a San José, al pasar por Ochomogo ya de noche, me gustó ver la neblina (un poco rala, pero presente). Me hizo sentirme aún más en aquel Cartago de mis últimos años de colegio. Sin embargo me sorprendió llegar a Curridabat y ver todavía la niebla a mi alrededor. Metí el auto al garaje y ahí estaba todavía.

Quiero pensar que mi viejo y querido “Cartucho” me acompañó hasta la casa después de una visita muchas veces pospuesta.

En estos últimos días, la labor de investigación y rastreo de los chicos y chicas que nos faltan de ubicar para comunicarles acerca de la actividad ha rendido frutos importantes: hemos encontrado a cuatro en una sola semana. A saber: Marcelo, Marco V. Blanco(ambos ya nos respondieron, gracias a ellos por la prontitud), Mauricio Girón y Luis Carlos.
Ha sido toda una odisea dar con los e-mails, teléfonos o direcciones, pero se va sacando la tarea poco a poco.
Conforme avanzan los días se hace más corta la espera y aumenta la ansiedad por la cercanía de la fecha. Hay muchas cosas qué hacer para que todo lo que estamos planeando se dé como queremos. Por ejemplo: en estos días quedamos en ir a ver las instalaciones del lugar escogido para dar el visto bueno, pues aunque ya varios de los miembros del comité lo conocen nunca está de más una opinión femenina (¿verdad chicas?).

En cada reunión se le asignan tareas a los asistentes que (por supuesto) tienen que cumplir para la próxima cita, de manera que se avance según lo planificado. O sea, de antemano les avisamos que la vacilada y el ratote de risas que van a disfrutar si asisten a alguna de las reuniones mensuales (situación altamente recomendada, con garantía de pasarla bien) no es de gratis. Les va a tocar que ayudar, cosa que no dudo hagan con gusto, puesto que el espíritu de colaboración caracteriza a casi todos los de nuestra generación.

Los esperamos pues, en la próxima.

A continuación una lista de la gente que no hemos podido contactar todavía, para que si por casualidad alguno los ve, sabe cómo localizarlos o tiene su número de teléfono-dirección-loquesea nos dé una manito, porfa.

CARTAGO
Alexander Jiménez
Ileana Cruz
Ingrid Araya
Lotties Fallas

SAN PEDRO
Adolfo González
Fabiola Chacon
Jennifer Barboza
John Sánchez
José Pablo Bogantes


Cualquier información que tengan y nos puedan brindar, les agradeceremos montones.

La velada se inició sólo con la presencia de Isaac y yo en el Cuartel de la Boca del Monte, comentando sobre la información recabada por él acerca de los posibles lugares a escoger para la actividad. Pocos minutos después se nos unió Erick y en un rato más Adriana.
Uno a uno fueron llegando los convocados hasta que sumamos seis. Chico y Alonso fueron los últimos en llegar. Como ya es costumbre, antes de entrar en materia salieron del baúl de los recuerdos historias y anécdotas de aquellos días, que nos hicieron reír con ganas en honor a una época imposible de olvidar.
Alonso, quien se dedica profesionalmente a la producción audiovisual, nos planteó su deseo de materializar un proyecto que tiene entre manos desde hace tiempo: hacer un documental sobre los CCC, sus inicios, sus frutos, etc. La idea nos pareció fantástica, y aunque la realización de un documental es muy costosa, nos parece que no es imposible si se cuenta con el apoyo, los contactos y el patrocinio adecuados.
Íbamos ya avanzados en la conversación cuando una grata sorpresa nos llegó. Don Víctor Bujan apareció al lado de nuestra mesa. Lo habíamos invitado a acompañarnos y tuvo la gentileza de aceptar. Para los que (como yo) no lo ven desde que salimos del cole, les cuento que El Viejo (como le dicen de cariño los chicos de San Pedro) no es tal: no ha envejecido ni un ápice. Lo vi igual a como lo guardaba en el álbum de fotos de la memoria.
Con su elocuencia natural Don Víctor nos deleitó con recuerdos de hace quince años y más, datos curiosos que desconocíamos sobre los CCC y su creación, cosas de la vida en general y opiniones-deseos-preguntas sobre nosotros. Está de más decir que todos prestamos oído atento a sus palabras, con el gran aprecio y el profundo respeto que este señor nos inspira y que se ha sabido ganar.
Don Víctor se despidió de nosotros con la promesa de seguir en contacto o, como dicen los gringos, keep in touch. El es uno de los invitados especiales de nuestra actividad, así es que nos aferramos a esa promesa.

La invitación está abierta para todos los que quieran unirse a la planificación del evento, ya sea asistiendo a las reuniones mensuales o posteando sus comentarios en este blog. Nos interesan mucho sus opiniones.

No puedo creer la velocidad con que pasa el tiempo. Y menos puedo creer que ya este año sea el XV aniversario de mi graduación de secundaria. Talvez lo que no quiero es hacer las matemáticas del caso y darme cuenta de que voy a cumplir 32 años de edad (aunque me propuse dejar de cumplir el año pasado).

Hablando del cole, me he dado a la tarea junto con Francisco Cubero (alias Chico), Erick Guillén (alias Chino), Adriana Abarca (alias Nana), Jorge Isaac Rojas (alias Chaco), Sara Hernández (alias Sarita) y otros que se irán incorporando con los días, de organizar la celebración de dicho aniversario. Los seis citados (incluyéndome) y cuarenta y tres más como nosotros somos egresados de la Primera Generación de Colegios Científicos Costarricenses (CCC), creados en 1989 durante el gobierno de Oscar Arias y bajo la dirección del Ing. Juan Meneses Rimola en Cartago, Doña Mercedes Lopez en San Pedro y Don Víctor Bujan como director general de ambos.

De mis días en el CCC guardo gratísimos recuerdos, innumerables experiencias e invaluables amistades. Fueron días de mucho esfuerzo, desveladas y estudiadas de verdad, pero al final todo valió la pena. La mitad de nosotros tuvo que dejar la familiaridad del hogar para instalarse en casas de familias ajenas, adaptarse a un clima diferente al propio y, lo más importante, adoptar un nivel de cátedra muy diferente (y muy superior) al que estábamos acostumbrados. Aunque todos después nos decidimos por carreras muy variadas (no precisamente ciencias) la experiencia de vida que nos dejó el paso por un CCC no tiene precio. Éramos un grupo variado en todo el sentido de la palabra. De todas las provincias, de colegios públicos y privados, hijos únicos y de familias numerosas también. Sin embargo y a pesar de las diferencias, se generó en el grupo un sentimiento de cohesión y empatía que perdura hasta estos tiempos (aunque siempre hay quienes se salen del saco).

Por eso estoy hiper-emocionada con la respuesta que hemos recibido de todos los que hemos contactado para avisarles de la reunión. Algunos no nos vemos desde que salimos, otros nos reunimos con regularidad pero queremos saber cómo están los demás, ponernos al día con detalles de vida y darnos un abrazo de amigos.

Las reuniones se realizan cada mes en el Cuartel de la Boca del Monte. Lluvia de ideas y muchas manos para ponerlas en acción. Con esto, no dudo que la actividad final será un éxito.